Tres tecnologías para ayudar a los fabricantes a lidiar con las subidas de precios de la energía

El aumento de la inflación y la crisis sociopolítica a escala internacional han provocado un incremento repentino del precio de los combustibles fósiles. Esta situación ha desencadenado una subida en las facturas energéticas que afecta a fabricantes de todos los sectores, con graves repercusiones en su capacidad de continuar con la producción sin transmitir los costes adicionales a sus clientes. Pero ¿cómo pueden los fabricantes hacer frente a las subidas de precios? ¿Puede ayudarles la tecnología?

Desde el inicio de la pandemia de COVID-19, el sector de la fabricación ha demostrado una capacidad extraordinaria para hacer frente a lo inesperado y adaptarse rápidamente a nuevas formas de trabajar. Ahora, los fabricantes tienen que enfrentarse a otro reto: un aumento repentino de los costes energéticos. 

Varios organismos comerciales han advertido recientemente que esta situación resultará extremadamente difícil para las empresas que operan en sectores que consumen mucha energía. Por ejemplo, un portavoz de la British Ceramic Confederation comentó a la BBC que algunos miembros se verán obligados a detener la producción. 

Por suerte, invertir en las tecnologías adecuadas puede ayudar a los fabricantes a minimizar su dependencia de los precios volátiles de los combustibles fósiles, así como a preparar a sus empresas para el futuro a largo plazo. Pero ¿qué tecnologías ofrecen el retorno de la inversión (ROI) más rápido?

Microrredes de bajas emisiones de carbono

Una microrred está compuesta por un punto de acoplamiento común (PAC), una fuente de suministro de energía y un sistema de acumulación de carga/descarga, como pueden ser unas baterías. Las microrredes tradicionales dependen de combustibles fósiles, pero las de bajas emisiones de carbono utilizan fuentes renovables, como paneles solares o turbinas eólicas. 

Dado que el precio de ambas energías renovables y de las soluciones de almacenamiento modernas está cayendo, las microrredes de bajas emisiones de carbono pueden ofrecer ahorros significativos a la vez que reducen la huella de carbono de una empresa y, por tanto, sus impuestos medioambientales. 

Además, las microrredes ofrecen energía fiable independientemente de la red principal, protegiendo a las empresas contra interrupciones que puedan resultar de ciberataques o convulsiones políticas. Esto resulta especialmente útil en sectores en los que la seguridad es primordial, como los centros de datos y las bases militares. 

Procesos de obtención de energía a partir de residuos

Convertir los desechos de producción en energía utilizable es un magnífico ejemplo de economía circular. Se puede recuperar energía a partir de los residuos utilizando varias técnicas que permiten convertir los subproductos de los procesos de fabricación en electricidad, calor e incluso combustible para el transporte. 

El método más común para obtener energía a partir de residuos es la incineración, pero esta técnica no es buena para el medioambiente. Las tecnologías emergentes pueden producir energía a partir de residuos sin combustión directa, con técnicas como la gasificación, la pirólisis y la despolimerización térmica. Sin embargo, estos métodos siguen necesitando altas temperaturas.

Por otra parte, las tecnologías no térmicas son totalmente respetuosas con el medioambiente. Entre ellas, la digestión anaeróbica es una de las más populares, especialmente en las plantas de procesamiento de alimentos. Este método puede reutilizar cualquier tipo de desecho orgánico descomponiéndolo en un tanque sin oxígeno y transformándolo en biogás y biofertilizante. 

En consecuencia, es ideal para empresas que producen grandes cantidades de residuos orgánicos, como plantas de procesamiento de alimentos, fábricas de cerveza y destilerías. Por lo general, el coste inicial de esta tecnología ecológica se puede amortizar en menos de cinco años. 

Recuperación del calor

Según el servicio de información sobre la investigación y el desarrollo comunitarios (CORDIS) de la Comisión Europea, entre el 20 y el 50 % de la energía empleada en los procesos industriales se libera a la atmósfera. 

Sin embargo, el calor generado por los procesos industriales se puede capturar y reutilizar. Además, el calor sobrante se puede vender. El proceso es relativamente sencillo y se basa en la extracción de calor residual procedente de gases de escape, líquidos o aire caliente, con la ayuda de tecnología especializada, como intercambiadores de calor o bombas de calor. Los intercambiadores de calor son especialmente útiles y ofrecen excelentes capacidades de recuperación de energía, aumentando la producción de calor de una caldera en más de un 20 % en algunos casos.

Esto es fundamental en industrias que funcionan habitualmente a temperaturas muy elevadas, como la metalurgia, las plantas químicas, la cerámica y el vidrio. El calor recuperado se puede utilizar en etapas posteriores del proceso de fabricación, como el precalentamiento de hornos y calderas, o para calentar espacios. 

Es posible que los fabricantes se sientan impotentes ante los eventos mundiales que afectan a los precios del combustible, pero invertir en las tecnologías adecuadas es el primer paso para recuperar el control.

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